Formación para el Sector no Lucrativo
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BLOG DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y ACCIÓN SOCIAL

Artículo: ¿Cómo afecta la superpoblación al desarrollo?

Autor: Manuel García

 

 

¿Puede afirmarse que el crecimiento demográfico constituye un impedimento para el desarrollo económico? No es ninguna novedad decir que una de las características básicas de los países subdesarrollados es su elevada tasa bruta de natalidad y, lo que es más importante a veces, la elevada tasa de dependencia (la población dependiente serían los ancianos y niños hasta los 15 años, es decir, aquellos que no son población activa y deben ser mantenidos).

 

Un dato nos servirá para darnos cuenta de la magnitud del problema: el 80% de la población mundial vive en los países en desarrollo, donde se registran las mayores tasas de natalidad, y esta tendencia aumentará a la vista de las decrecientes tasas de natalidad y al envejecimiento de la población en los países desarrollados. Basta pensar en España.

 

Esta cuestión ha preocupado a muchos gobiernos de países en desarrollo que se han enfrentado a preguntas como: ¿Es posible mejorar el nivel de vida de la población con tasas elevadas de fecundidad? ¿Se podrá hacer frente con un crecimiento demográfico rápido a la provisión de servicios sociales básicos, como vivienda, transporte, sanidad y protección? ¿Afecta ese crecimiento al empleo? ¿Compromete el crecimiento de la población los esfuerzos para erradicar la pobreza? ¿En qué medida el bajo nivel de vida es un factor que limita a los padres su libertad de elegir el número deseado de hijos?

 

Las respuestas a estas preguntas han variado sustancialmente, pero se pueden resumir en tres. Aquellos que piensan que el verdadero problema no es el crecimiento demográfico, sino otras cuestiones; los que afirman que el crecimiento demográfico constituye un problema falso, creado deliberadamente por las agencias e instituciones de los países ricos y dominantes con el fin de mantener el subdesarrollo y la dependencia del Tercer Mundo, y por último, el argumento esgrimido por muchos países en vías de desarrollo según el cual el crecimiento demográfico es, de hecho, beneficioso.

 

Hay estudiosos contemporáneos que afirman que el rápido crecimiento vegetativo de los países del Sur es la causa del subdesarrollo. Este crecimiento compromete la renta per cápita de las familias, frena su desarrollo, disminuye el porcentaje de personas activas frente a las dependientes, incide negativamente en el ahorro y la inversión productiva, e incrementa el desempleo. En el fondo de las ideas de los autores de esta corriente puede que se escondan prejuicios culturales y raciales.

 

Las medidas de política demográfica, o de control de la natalidad, adoptadas en algunos países en desarrollo, han estado rodeadas de polémica, pues en muchas ocasiones vulneraban claramente los Derechos Humanos o eran criticadas desde posiciones religiosas.

 

Suele ser frecuente el engaño y la coacción para forzar a entrar en programas de anticoncepción a muchas mujeres sin su consentimiento. Recuérdese el caso de las medidas radicales de esterilización obligatoria de las mujeres indígenas y de poblaciones rurales ejecutadas por el gobierno de Fujimori en Perú o la política del hijo único en China.

 

Parece haber consenso respecto a lo siguiente:

 

  • El crecimiento demográfico no es la causa principal de los bajos niveles de vida, de la gran desigualdad ni de la escasa libertad de elección que caracterizan a buena parte de los países en desarrollo. Las causas pueden estar mucho más relacionados con el carácter “dual” del orden económico y social, tanto nacional como internacional.
  • El problema de la población no es solo un problema de cifras; incluye la calidad de vida y el bienestar material de las personas.
  • Pero el crecimiento demográfico rápido sí intensifica los problemas del subdesarrollo y aleja el horizonte del desarrollo. Las tendencias y la inercia del crecimiento indican que, independientemente de las medidas de control de natalidad que se adopten, la población de los países en vías de desarrollo continuará creciendo (a pesar de la suave desaceleración que se registra en algunas regiones).
  • Muchos de los problemas reales relacionados con la población están motivados no por el tamaño global de esta sino por su concentración, sobre todo en las áreas urbanas. Sería necesario iniciar políticas más racionales y eficientes de distribución de la población.

 

Los programas de planificación familiar deben facilitar información y medios técnicos para la regulación de la natalidad para aquellos ciudadanos que lo deseen. La ayuda internacional puede tener un papel importante en estas materias, siempre desde la no imposición y del establecimiento de las prioridades por parte del país receptor, aportando anticonceptivos, estableciendo centros de planificación familiar y, lo más importante, comprometiéndose sinceramente y con políticas y acciones efectivas a la erradicación de la pobreza, asumiendo que el control de la población es apenas un medio para el objetivo del desarrollo y que es la pobreza la que causa el rápido crecimiento de la población y no al contrario.

 

Todo ello desde el respeto a la libre elección de los afectados sobre el número de hijos que desean tener, de la defensa de los Derechos Humanos y de la consideración de las cuestiones culturales y creencias religiosas que pudieran verse involucradas.

 

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