Artículo: Los trabajadores y voluntarios de las ONG
Autor: Manuel García
El equipo humano es el principal recurso de cualquier organización, especialmente de las entidades no lucrativas.
Es imprescindible designar desde un primer momento a la persona responsable de los recursos humanos, ya sea una persona de la junta directiva, una persona asalariada contratada por la entidad o una persona voluntaria.
Normalmente en las organizaciones pequeñas estas funciones las asume la misma persona que lleva a cabo las gestiones de dirección y gerencia de la entidad. A medida que las organizaciones van creciendo se hace preciso contar con un departamento exclusivo para la gestión de los recursos humanos.
A diferencia del sector empresarial las ENL cuentan entre su personal con personas asalariadas y voluntarias, que trabajan conjuntamente, normalmente en las mismas áreas de la organización.
Otra diferencia importante entre las empresas y las entidades del tercer sector es que las personas que, trabajan o colaboran, en éstas últimas suelen identificarse con los fines y las acciones que llevan a cabo. Esto no siempre sucede en la empresa privada.
Se observa el porcentaje entre voluntarios y asalariados que forman los recursos humanos de las organizaciones no lucrativas (son datos promedios). Ello permite hacernos una idea de la importancia que tiene el colectivo del voluntariado en las ENL.
Aún así, se calcula en más de 500.000 las personas que de modo asalariado permanecen vinculadas a las ENL en nuestro país.
Para las ENL, los recursos humanos tienen una importancia fundamental, debido entre otros factores, a que el crecimiento constante de su actividad genera unas necesidades crecientes de personal. Pero las capacidades de contratación de la mayoría de las entidades no lucrativas vienen siendo muy limitadas.
A pesar de ello el 75 % de las entidades del sector disponen de personas remuneradas para la realización de sus actividades; es decir, que sólo un 25 % cuentan única y exclusivamente con la colaboración de personas voluntarias.
Otras características propias de los recursos humanos de las organizaciones no lucrativas, que las diferencian del sector empresarial, son el mayor porcentaje de mujeres frente a los hombres (74 % de mujeres frente a un 26 % de hombres), una mayor presencia de personas con discapacidad que en las empresas, así como un nivel de formación elevado.
La mayoría de los trabajadores del sector tiene un alto nivel de estudios, con un porcentaje de titulados universitarios que ronda el 67 %, tasa superior a la que se da en el sector empresarial. También destaca el 16 % de personas remuneradas con formación profesional, teniendo los trabajadores restantes una formación a nivel de Bachillerato o inferiores.
En las organizaciones del Tercer Sector, es frecuente que las prestaciones de servicios y/o proyectos estén directamente ligadas a la obtención de subvenciones por parte de la entidad, hecho que conlleva la rotación discontinua de las personas remuneradas que trabajan en ellas.
Estas personas se benefician de un contrato fijo discontinuo o renuevan sucesivos contratos temporales cuando se reanuda la subvención o se obtiene una nueva. Esta situación laboral obedece a una realidad específica de las entidades del sector que, a pesar de la variabilidad de las subvenciones, buscan mantener un empleo estable en el tiempo y así tratar de mantener el capital humano en su organización.
A esos factores de inestabilidad que acabamos de comentar es necesario agregar unas jornadas laborales a menudo parciales. Así, un 47 % de las personas empleadas en el Tercer Sector lo hacen a media jornada, frente al poco más del 12 % de los asalariados en otros sectores.
Los datos publicados nos da una idea visual de cómo se distribuyen las jornadas en el personal perteneciente a las ENL.
Debemos destacar que casi un 30 % de estas personas trabajan menos de 20 horas semanales, es decir menos de media jornada.
Estas cifras varían mucho de unas entidades a otras. Es de destacar que en las organizaciones pequeñas, con una fuerte dependencia de financiación pública, cuentan con un 70 % de asalariados a meda jornada.
La fuerte implantación de empleo parcial obedece a una realidad del sector que busca estabilizar el empleo en un contexto de baja autonomía financiera, que obliga a depender de subvenciones para ejercer las actividades y prestaciones de servicios por parte de estas entidades.
Otra cuestión, no menos importante es el tipo de contratación de estas personas asalariadas.
Más de la mitad de los trabajadores (el 54 %) tiene un contrato fijo y/o indefinido, frente al 46 % restante que tiene algún tipo de contrato temporal. Estas cifras contrastan con las del sector empresarial donde encontramos que el 72 % de los asalariados lo está de forma indefinida y la temporalidad ronda el 28 %.
Comentábamos más arriba que las ENL destacaban por contar con muchos discapacitados entre sus asalariados, pues bien la cifra de empleados con algún tipo de discapacidad en estas organizaciones ronda el 33 %, cifra muy superior a la que se da en el sector empresarial.
Como resumen, debemos destacar que el recurso humano en las entidades del Tercer Sector se caracteriza, en primer lugar, por un porcentaje de voluntariado muy superior al del asalariado.
Destaca en el sector una cierta precariedad laboral, lo que se aprecia en el elevado número de contratos temporales, frente a los contratos indefinidos.
Abundan también los contratos a media jornada o incluso de menor duración.
Sorprendentemente, las ENL cuentan con unos porcentajes de personal con estudios superiores sensiblemente superiores a los que se dan en otros sectores. Del mismo modo observamos cómo la proporción de mujeres triplica a la de los hombres, y la presencia de personas con discapacidad es muy notable.
Este panorama se justifica, de alguna manera, por la fuerte dependencia de la financiación externa de la que son objeto la mayoría de las ENL, algo que veremos con más detalle en el capítulo de financiación de este mismo curso.
Algo que también hemos apreciado, es que las organizaciones suelen comenzar con personas voluntarias en sus plantillas, y a menudo que la entidad crece, y aumenta el número de proyectos que se acometen, se suelen plantear la incorporación de personal retribuido.
Para las ENL la diferencia principal entre un voluntario y una persona asalariada debería ser exclusivamente, el ámbito legal por el que se rigen ambos colectivos. No debería haber distinciones referentes a la formación continua, tareas y responsabilidades asumidas, o del nivel de compromiso y motivación.
Es evidente, que la legislación aplicable es diferente. Si bien los asalariados se rigen por el Estatuto de los Trabajadores, y por las condiciones establecidas en cada contrato de trabajo, los voluntarios se rigen por la Ley 6/1996 de 15 de enero.