Artículo: El Desarrollo humano
Autor: Manuel García
Durante muchos años, el proceso de desarrollo de los países ha sido evaluado exclusivamente utilizando como indicador el crecimiento de la renta o de la producción nacional expresada en términos per cápita, con el que se identificaba el estado de bienestar material de cada uno.
En los últimos veinte años esta práctica ha sido cada vez más criticada como excesivamente simplista.
En la actualidad se acepta casi universalmente que el desarrollo no consiste sólo en el crecimiento de la renta per cápita, aunque siga estando relacionado con él. El desarrollo implica, además, la eliminación de la pobreza y de la desnutrición, el aumento de la esperanza de vida, la reducción de la mortandad infantil, la disponibilidad de servicios de alcantarillado y agua corriente que reduzca las enfermedades, un mayor nivel de alfabetización y de escolarización, etc. Por tanto, el desarrollo es un concepto multidimensional que no se limita a su dimensión económica.
El término desarrollo humano amplía el contenido del desarrollo económico, incluyendo otras dimensiones como la salud, la educación, el reconocimiento y respeto de los derechos fundamentales y la participación en la sociedad.
Partiendo de esta concepción del desarrollo humano, limitarse a utilizar los indicadores relacionados con la renta para evaluar el desarrollo global de una sociedad es insuficiente, y puede ser desorientador. Países relativamente prósperos desde el punto de vista económico (por ejemplo, países situados en el grupo de renta mediana) tienen a veces un nivel insuficiente en los indicadores básicos de desarrollo humano (tasas de alfabetización que no pasan del 50%, tasas de mortalidad infantil que superan el 100 por mil, y malnutrición en una buena parte de la población).
Por el contrario, algunos países con un nivel de renta más baja y con tasas reducidas de crecimiento económico, pueden conseguir avances espectaculares en el bienestar de sus habitantes, comparable al que disfrutan los ciudadanos de los países industrializados.
Veamos un ejemplo concreto: El caso de Guatemala y Sri Lanka.
El siguiente cuadro (cuadro 1) muestra el PIB per cápita y la distribución de la renta de dos países, Guatemala y Sri Lanka, en 2013. Ambos países presentaban una renta per cápita prácticamente equivalente, si bien la distribución de la renta es mucho más desigual en Guatemala: el 20% más pobre de la población en 2013 tenía acceso a una proporción de la renta nacional inferior a la que disfrutaba ese mismo segmento de la población en Sri Lanka. Algo semejante sucede si comparamos el segmento de población más rico (de nuevo el 20%) entre los dos países, con una participación significativamente superior de ese segmento en la renta de Guatemala.
Cuadro 1: Indicadores de renta de Guatemala y Sri Lanka |
|
PIB per cápita |
Participación en la renta del 20% más pobre |
Participación en la renta del 20% más rico |
Sri Lanka |
4.595 $ |
7.0 % |
48.0 % |
Guatemala |
4568 $ |
2.9 % |
59.5 % |
Esto indica que en Guatemala, la riqueza está concentrada entre los segmentos más ricos de la población, existiendo por lo tanto una amplia brecha entre ricos y pobres.
Consideremos ahora algunos indicadores de desarrollo humano, recogidos en el cuadro 2, que corresponden a dos de sus dimensiones más importantes: la salud y la educación.
En relación con la salud se muestran los indicadores de la esperanza de vida, la tasa de mortalidad infantil antes de haber cumplido un año por cada mil habitantes y el porcentaje de personas desnutridas, mientras que para tener una idea del nivel de la educación se utiliza la tasa de alfabetización de la población adulta.
Puede comprobarse que, salvo por lo que se refiere al porcentaje de personas malnutridas, la situación de ambos países es muy diferente en los aspectos considerados. La esperanza de vida es casi dos años menor en Guatemala, lo que en parte es consecuencia de una tasa de mortalidad infantil que es casi tres veces superior a la media de la de Sri Lanka. Finalmente, la tasa de alfabetización de adultos es de casi un 91% en Sri Lanka, frente a un 69% en Guatemala, lo cual pone de manifiesto un importante retraso de este último país en términos relativos.
Cuadro 2: Indicadores de desarrollo humano de Sri Lanka y Guatemala |
|
Esperanza de vida (años) |
Tasa de mortalidad infantil (por mil habitantes) |
Personas desnutridas (% de la población) |
Tasa de fecundidad (nacidos por mujer) |
Tasa de alfabetización de adultos (%) |
Sri Lanka |
71.6 |
12 |
22 |
2.0 |
90.70 |
Guatemala |
69.7 |
32 |
22 |
4.6 |
69.10 |
Si se comparan los dos cuadros, la primera conclusión es que la desigual distribución de la renta en Guatemala es responsable, al menos en parte, de las diferencias en estos indicadores de desarrollo humano.
De estos ejemplos puede concluirse que, con más o menos margen de maniobra respecto de las limitaciones impuestas por el nivel de renta y su distribución, las políticas del gobierno relacionadas con salud, pobreza y educación, así como la demanda pública de ese tipo de políticas, juegan un papel destacado en la consecución de los objetivos de desarrollo humano. La acción estatal es esencial para la consecución del desarrollo humano.
Ésta es la explicación al fenómeno por el cual países relativamente prósperos desde el punto de vista económico tienen a veces un nivel insuficiente en los indicadores básicos de desarrollo humano.
Una razón adicional importante para considerar una gama más amplia de dimensiones del desarrollo, y por tanto una mayor variedad de políticas, es que los diferentes aspectos del desarrollo (o de la pobreza) se interrelacionan y refuerzan mutuamente entre sí de forma considerable. Como consecuencia, las políticas aplicadas se acumulan simplemente unas sobre otras: si mejora la salud, no solo mejora el bienestar sino que aumenta la capacidad de generar renta; si mejora la educación, se obtienen normalmente mejores resultados en el área de la salud y también un aumento de los ingresos.
Así pues, podemos afirmar que el desarrollo humano es un concepto multidimensional y complejo, cuya medición plantea retos interesantes. Esta tarea ha sido asumida por el PNUD y más recientemente por el Banco Mundial.