Artículo: Evolución de la ayuda oficial para el desarrollo
Manuel García
En la evolución de la AOD se observan tres etapas claramente diferenciadas. En la primera, que va desde la fecha de constitución del CAD de la OCDE, en 1960, hasta 1991, la ayuda siguió una tendencia general ascendente. En concreto, entre ambos años, la AOD pasa de 4.000 millones a cerca de 61.000 millones de dólares. Es conveniente señalar, no obstante, que en este período se amplía el número de donantes del CAD, que pasa de los ocho miembros que lo constituyeron a comienzos de los años sesenta a los 22 que ahora lo conforman.
En 1992 se abre una nueva etapa de retroceso de la ayuda, incluso en términos corrientes, que se prolonga a lo largo de la década de los noventa. Durante este período la ayuda se mueve en torno a los 53.000 millones de dólares.
Finalmente, el estancamiento de la ayuda se rompe al inicio del nuevo siglo y, a partir de 2002, tras la aprobación del Consenso de Monterrey, la AOD experimenta un intenso crecimiento, hasta alcanzar en 2018 los 106.000 millones de dólares.
Sin embargo, esta tendencia alcista no parece mantenerse tras la crisis mundial vivida desde 2008.
Es importante destacar que en toda la historia del CAD, a lo largo de cinco décadas, la ayuda apenas se triplicó; y ello a pesar de que el número de donantes, como se ha señalado, se multiplicó por similar cuota en el periodo y de que todos los países miembros del CAD han elevado considerablemente su nivel de renta per cápita.
Por lo que se refiere a la relación de AOD sobre el PIB, se observa que ésta ha seguido una tendencia manifiestamente regresiva. En los primeros años sesenta, cuando nace la ayuda, el coeficiente se situaba en torno al 0,50 % del PNB de los entonces donantes. Una vez consolidado el sistema de ayuda, el coeficiente se movió alrededor del 0,33 %: algo menos de la mitad de lo acordado por los países en el seno de Naciones Unidas.
En la actualidad la citada cuota ronda el 0,27 % del PIB.
Si cuantificamos la AOD como la relación entre capital aportado y la población destinataria, se pone de manifiesto las importantes variaciones existentes. El esfuerzo más importante es el que realiza Luxemburgo, con una ayuda que equivale a 39 dólares per cápita, seguido de Noruega con 35 dólares. Por encima de los 20 dólares se encuentran Dinamarca, Suecia y Holanda. Las cuotas menores se localizan en los casos de Italia y Grecia, con una ayuda equivalente a algo más de 2 dólares per cápita.
Si cuantificamos la AOD no como renta per cápita sino como porcentaje sobre el PIB de cada país, se aprecia que del conjunto del CAD, sólo cinco países cumplen con el compromiso de dedicar el 0.7 % de su PNB a la AOD: se trata de Holanda, Dinamarca, Luxemburgo, Noruega y Suecia.
Son éstos los países que encabezan la relación de donantes. En el extremo opuesto con el menor esfuerzo relativo se encuentran Estados Unidos, Grecia, Italia y Japón.
La imagen antes ofrecida se limita a comparar los coeficientes de AOD sobre el PIB de los diversos donantes, como si el esfuerzo relativo de cada cual fuese independiente del nivel de renta del que cada país parte. Este supuesto, sin embargo, podría ser objetable si se considera que la ayuda internacional debe responder a un cierto compromiso de acción redistributiva a escala internacional.
Si se acepta este planteamiento, más que un coeficiente único para todos los países, es razonable suponer que el coeficiente siga un criterio progresivo, de modo que sea tanto más elevado cuanto mayor sea el nivel de desarrollo del país donante. Aceptar semejante sugerencia comporta no sólo interpretar los datos referidos al esfuerzo financiero de los donantes de forma algo distinta, sino también cuestionar el objetivo que la comunidad internacional se ha otorgado de hacer que todos los países dediquen a la ayuda el 0´7% de su PIB.
Es posible que el 0´7% sea un objetivo razonable (aunque conviene advertir que su fundamento justificativo es frágil), pero en todo caso debería referirse a la media del esfuerzo financiero agregado de los donantes, admitiendo que exista cierta dispersión en los coeficientes de acuerdo con el nivel de desarrollo de cada cual.
En este sentido cabe destacar que los países nórdicos revelan un esfuerzo superior al que se derivaría de su nivel de desarrollo; y, al contrario, Estados Unidos se encuentra por debajo del correspondiente a su renta per cápita. Cabe advertir que cuando se aplica este criterio, Grecia y Portugal, que están entre los donantes de más bajo coeficiente, acercan su comportamiento al esperado por su nivel de desarrollo relativo. A su vez, España se encuentra algo por encima de lo que fija el ajuste, mientras Japón o Italia se encuentran por debajo.