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BLOG DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y ACCIÓN SOCIAL

 

Artículo: La represión de la emigración

Autor: Manuel García

 

 

La última variable a considerar es la represión de la emigración. La represión hace aumentar los costos de la operación de emigrar y por eso tiende a reducirla. No cabe duda de que habría mucha más inmigración ilegal si no hubiera tanta vigilancia de las fronteras.

 

Pero con vigilancia y todo, la emigración continuará, porque no se pueden cerrar completamente las fronteras de ningún país, mucho menos las de España, con tantos miles de km. de costa. Por otro lado, este aumento de los costos de la emigración convierte el precio de la emigración ilegal en un precio de escasez, que proporciona unas rentas adicionales a los operadores del mercado de ilegales y aumenta los incentivos para que los traficantes se dediquen con su capital, sus conocimientos y sus contactos a este negocio.

 

La posibilidad de captar rentas, es decir, ingresos adicionales a sus sueldos, suele tentar fuertemente incluso a funcionarios de los gobiernos a ambos lados de la frontera, que muchas veces están implicados en la emigración ilegal. En efecto, hay circunstancias y ocasiones en las que la emigración no sería posible si los funcionarios encargados de vigilar las fronteras, las de origen y las de destino, no hicieran “la vista gorda”.

 

Estos funcionarios dificultan con su corrupción el proceso de ordenamiento y administración de la emigración legal, y hacen burla de la represión de la ilegal.

 

La legalización de la emigración, si fuera suficientemente generosa y realista (lo cual plantea otros problemas), eliminaría este precio de escasez, y con él el atractivo del negocio y la ocasión para la captación de rentas. En este terreno de la emigración se podría hacer el mismo argumento económico que se suele usar para justificar la legalización de las drogas.

 

La represión de la emigración ilegal tiene dos vertientes: una la que existe en el país de destino y otra la que se puede dar en el país de origen. La primera suele ser más fuerte que la segunda. Porque el gobierno de un país pobre con un gran número de desempleados no puede ver con malos ojos que algunos de estos ciudadanos que “sobran” en su país se vayan a trabajar a países más ricos que el propio.

 

Así se alivia el problema del paro y además se incrementan los ingresos de moneda extranjera por las remesas que los emigrantes suelen enviar a los familiares que se quedan atrás.

 

En El Salvador, por ejemplo, la entrada de dólares por remesas de los salvadoreños establecidos en Estados Unidos es mayor que la entrada de divisas por exportación de café, que es el principal bien de exportación del país, o cualquier otra exportación.

 

Obviamente, los gobiernos de los países pobres no tienen demasiados incentivos económicos para proceder contra la salida de emigrantes ilegales. Es más, los tienen para tolerar y aun fomentar la emigración y para quitarse la “carga de encima”.

 

Si hacen algún gesto de represión es para no enemistarse con los vecinos ricos: México con Estados Unidos y Marruecos con España, pero no porque tengan intereses económicos algunos en retener a los desempleados en su país. 

 

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