Formación para el Sector no Lucrativo
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BLOG DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y ACCIÓN SOCIAL

Artículo: Por qué las ONG deben cuidar a su voluntariado

Autor: Manuel García

 

 

Existen miles de personas que dedican parte de su tiempo a colaborar voluntariamente con organizaciones.

 

Se dedican desinteresadamente, motivadas por un deseo de aportar cambios y mejoras en su entorno.

 

Las organizaciones son el medio que emplean los voluntarios para canalizar sus intereses o sus inquietudes. Son los voluntarios los que eligen la entidad con la que desean colaborar según se adapte ésta a los valores del propio voluntario.

 

Algunas de estas entidades trabajan tratando de transformar la sociedad. Son las llamadas asociaciones del Tercer Sector. Suelen perseguir mejorar las condiciones de vida de la gente, la inserción social de algunos colectivos, la denuncia de abusos e injusticias, etc.; unas veces muy cerca de nosotros, en nuestro barrio o en nuestra ciudad, y otras veces en lugares lejanos, en los llamados países en vías de desarrollo.

 

Otras entidades persiguen fines culturales, medioambientales, deportivos, religiosos o políticos, por ejemplo.

 

Estas organizaciones, en especial las de acción social, las de ayuda en caso de emergencias o las de cooperación al desarrollo, se han ido profesionalizando cada vez más.

 

Algo necesario en una sociedad donde cada vez conviven más organizaciones sin fines lucrativos, donde los objetivos a alcanzar son más complejos, y donde el grado de autonomía e independencia gubernamental cobra cada día mayor importancia.

 

Pero, si bien la tendencia del sector nos lleva a contar con más frecuencia con profesionales, no debemos olvidar que el voluntariado siempre tendrá su lugar dentro de las organizaciones no lucrativas.

 

No olvidemos que este tipo de organizaciones tuvieron sus orígenes en el voluntariado, y hoy en día la fórmula más habitual es compaginar personal asalariado con personal voluntario.

 

Normalmente cuando nace una entidad se nutre de voluntarios, pero a medida que las actividades aumentan y las metas perseguidas son más ambiciosas y complejas, es necesario dedicar más tiempo, a la vez que establecer especializaciones entre el voluntariado.

 

Todo esto nos va acercando, irremediablemente, a la contratación de personal asalariado, normalmente procedente de esas bolsas de voluntariado, pues son ellos los que mejor conocen la entidad y probablemente ya tengan ciertos conocimientos específicos que no siempre nos será fácil encontrar fuera.

 

Pero para ser voluntario no basta con tener buenas intenciones y ganas de ayudar. Es importante saber cómo pueden ayudar, conocer el entorno en el que trabajan, y los mecanismos que les permitirán resultar más útiles.

 

Aquí es donde nace la necesidad de destinar, en cada organización, una persona o departamento, que se encargue de la gestión del voluntariado.

 

Hacer que los voluntarios y voluntarias de una entidad puedan aportar lo mejor de ellos mismos, motivarles, y hacer que se sientan una parte fundamental de la organización son tareas nada fáciles que sólo una persona con iniciativa y liderazgo puede llevar a cabo.

 

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