Artículo: ¿Por qué migramos?
Autor: Manuel García
La primera variable explicativa mide la “brecha de ingresos”, es decir, la diferencia entre el ingreso por habitante, en términos reales y ajustados por el diferente poder adquisitivo, del país de origen y el país de destino.
En esta variable se combinan dos efectos distintos que se refuerzan mutuamente: Un “efecto atracción” y otro “efecto expulsión”.
El efecto de atracción refleja la atracción tiene la riqueza y el bienestar de los países ricos sobre los habitantes de los países pobres. Se llama también el city lights effect, (efecto luces de la ciudad), un término que se acuñó hace años para explicar el éxodo rural por las comodidades y oportunidades que ofrecían las ciudades.
El “efecto de atracción” se ha hecho más fuerte en los últimos veinticinco años por medio de la generalización de la televisión y el cine, que están continuamente presentando a los ciudadanos más pobres, grandes consumidores de estos medios, la vida y milagros de los ciudadanos más ricos del mundo.
En el Norte de África, por ejemplo, se ven normalmente las televisiones de España, Francia, Italia y Grecia, y a través de ellas se difunde el conocimiento de los niveles de vida que cualquier trabajador puede disfrutar en esos países.
Diferencias entre ricos y pobres ha habido siempre, pero ahora estas diferencias, además de que son mayores que nunca antes en la historia, son también perfectamente conocidas por los pobres, lo cual no se podía decir en el pasado.
La brecha de los ingresos como explicación de los flujos migratorios contiene también un “efecto expulsión”, el que ejercen la pobreza, la violencia y la guerra sobre los miembros de las sociedades.
La gente huye de la miseria, de la enfermedad, del hambre, del hacinamiento, de la falta de oportunidades en general, como cualquier animal huye de unas condiciones adversas para sobrevivir. Los niveles de vida en muchos países del mundo son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una vida digna, a la que todos los seres humanos (se nos dice constantemente) tenemos derecho.
La gente simplemente no se resigna y emigra. Las madres preñadas que llegan a nuestras costas saben muy bien que si sus hijos nacen en Europa, tendrán mayores oportunidades de progresar y vivir bien. Quizá lo que no saben es que también la esperanza de vida en España es mucho mayor que la que tendrían si nacen en su país.
Si vinieran, por ejemplo, de Ruanda, Burundi o Sierra Leona, pueden tener hasta un 100 % más (el doble) de esperanza de vida, según datos recientes del Banco Mundial.
La brecha de ingresos es una influencia muy poderosa en la determinación de los flujos migratorios. Es como una fuerza cósmica que empuja a los habitantes de los países pobres a intentar irse a los ricos.
Y mientras esta brecha exista y aumente, como sucede, los flujos migratorios seguirán creciendo, como crece el nivel del mar al calentarse los polos de la Tierra. España tiene un ingreso por habitante que es veinte veces, y Alemania treinta veces mayor que el ingreso por habitante de Nigeria, Mozambique o Zambia, y el de muchos otros países africanos que no mencionamos.
Las diferencias son considerables.
Los costes de la migración
La segunda variable es la proximidad geográfica o distancia de los focos de migración, que se toma aquí como una variable económica, en cuanto a menor distancia, o mayor proximidad, menores son los costos del desplazamiento.
Esta variable también es un vector de distancias de los países pobres del mundo a España. La distancia no es una barrera insalvable. De otra manera no habría migración asiática en Europa.
Pero no cabe duda que los marroquíes lo tienen más fácil que los indios para entrar en Europa, y los mexicanos más que los bolivianos para ir a Estados Unidos.
La relación es inversa, porque cuanto mayor sea la distancia menor tendría que ser la migración. La mera distancia geográfica tiene que ser corregida para tener en cuenta la facilidad del viaje de un lugar a otro.
La distancia más que en kilómetros se podría medir en términos de lo que cuesta un pasaje de avión económico entre dos puntos de la Tierra. La distancia material se traduciría así en distancia económica, o costo del desplazamiento, que habría que corregir de nuevo para incluir los riesgos del viaje, riesgos entre los que hay que contar la muerte del emigrante, como ya sabemos por experiencia.
El efecto llamada es algo que se conoce intuitivamente, pero tiene una explicación más rigurosa. La tercera variable sería el número de emigrantes establecidos en el país de destino.
Cuantos más emigrantes de un país se hayan establecido en otro, tanto más atractivo será éste para los habitantes de aquel. Los primeros emigrantes son como la avanzadilla de un ejército, o la cabeza de puente, que asegura el camino a los que vienen detrás.
Normalmente en las primeras oleadas, de una invasión militar o de la emigración, sólo van los más aguerridos y fuertes, pero cuando éstos han abierto el camino, ya no hace falta tanto valor ni tanta audacia para emigrar y naturalmente, emigra más gente.
En términos económicos podemos decir que los costos de los que vienen detrás son cada vez menores, a no ser que aumente gradualmente la represión, la discriminación u otros factores que redujeran el atractivo de la emigración.
Pero, suponiendo que éste no disminuye, el costo marginal del último emigrante es, en este sentido, decreciente.
Por otra parte, es conocido el fenómeno de comunidades o pueblos enteros que se trasladan y se establecen en un determinado lugar del país de inmigración.
Funciona aquí un “efecto demostración”, que demuestra cómo se puede llevar a cabo con éxito el proceso de emigrar, o un “efecto llamada”, que difunde el conocimiento de las ventajas que ofrece la emigración.
En términos económicos estos efectos lo que hacen es reducir los costos de búsqueda, reducir la incertidumbre de la operación y hacer patentes los incentivos concretos para emigrar.
En la zona de Washington existe en la liga de fútbol regional un equipo que se llama el Intipuca Football Club, compuesto por emigrantes salvadoreños de Intipuca, una pequeña localidad en el departamento de San Miguel de la República de El Salvador.
Casi todos sus habitantes entre 20 y 50 años han emigrado a la misma zona, los estados de Virginia y Maryland en torno al Distrito de Columbia.